El amanecer llega contemplando vuestro rostro, cual
flor de loto reflejado en un oasis perteneciente del desolado desierto en el
cual, vuestro lugar es el más solicitado y buscado por un hombre de mis características
humanas y vitales ofreciendo la salvación, la ilusión reflejada en mis ojos.
Una necesidad saciada y provocando que mi aliento quede desgastado por
manifestar la alegría de poder sobrevivir mas en un sitio como este, inhóspito
y desagradable.
Vuestros susurros son como la aclamación de las
Sirenas, apoderándose de mis sentidos vitales y de las pulsaciones
pertenecientes del corazón como si fuera un marcapasos, ayudándolo a soportar
lo amargo de esta vida pues amor mío, has decidido entrar en mi vida cual soplo
de aire fresco o como la revelación de lo deseado y buscado. Ese sueño que ha
de ser inaccesible para mantenerte en pie y buscar una referencia ante la
definición de la esperanza y el honor que tiende a corromperse al paso del
tiempo. Tiempo que miserable de el actúa como le place.
Castigándome, no sé si él o tu, llevándome a una
muerte prematura y es que hoy entiendo el dicho de morir joven* pues nunca me
voy a percatar de lo rápido que pasa el tiempo, como si a la hora de engullir
tu delicia comestible sin dar lugar al sabor que tanto te gusta y que tanto
analizas cuando este es desconocido o te cuesta al digerirlo por su nefasto
sabor. Protagonista de mis lagrimas en
tu ausencia como si habláramos de la noche sin estrellas. Posee pues mis
sonrisas y caricias cuando cual ángel revelación te aparezcas ante mi rostro.
Permite las lujurias y las noches de amor teñidas de un rosáceo característico del vino y añadidas los pétalos de las rosas rojas aún teñidas con mi sangre que agarra las afiladas espinas.
Retrato de mis ideas y mis motivos a proseguir esta
historia que ha de acabarse con un final.
Feliz y melodramático por la vida que atrás dejo y por la vuelta a la rutina de estar separado a ti.
Tus bellas palabras dirigidas a mí, con confusión,
sonrojo y pasión que hacen aparecer el color que yace dentro de mí en las
mejillas mientras eres capaz de verte reflejada en mis pupilas pues no hay otra
imagen que no quiera hallar que no sea la de tu rostro fino cual seda china.
Fantasía de nunca acabar, aún a sabiendas de que
esta es mi última oportunidad de creer en cuentos. No de hadas ni unicornios.
No comiendo perdices ni viviendo felices pues sabes que estaré ahí en vuestros
momentos más delicados y crueles.
Oh diosa, has de probar de vuestros frutos maduros y
tiernos pues si un hombre ha sucumbido a vuestros encantos y a vuestra delicadeza,
personalidad y creencias, es posible que acabes concienciada de lo importante
que sois para mí.
Al fin de cuentas, la cortesía de mis palabras no
solo no os pertenecen sino que van automáticamente dirigidas a ti. Un sentimiento que nace en mi por meritos
tuyos, que acaba su recorrido en las lagrimas que derramarás por mí una vez yo
no esté a tu lado. Aunque estaré…
Hoy. Hasta el infinito. Siempre.
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